sábado, 27 de marzo de 2010

MAS DE LO MISMO


Yo sigo con mi monotema, las colo-oposiciones, ya que, como sabéis, el médico me ha recetado evacuaciones regulares de bilis. Eso sí, después de pasada las dispepsia de la noticia, intentaré tomármelo más a la griega.

El caso es que, leyendo uno de esos clásicos de la literatura me he topado con un sistema de oposiciones tan superior al actualmente vigente por nuestro lares, que no me resisto a dejarlo aquí. Ya me gustaría que llegara hasta las zahúrdas catocósmicas -dondequiera que estén- de nuestros simpáticos inoperantes. Os aseguro que, al menos, organizarían una comisión -incluyente pero no vinculante- para examinar el proyecto, que culminaría -¡faltaría más!- con una jamada en alguno de los restaurantes punteros (si no puteros) de nuestras villas y ciudades.


Un día el Emperador tuvo la ocurrencia de agasajarme con varios espectáculos del país, materia esta en que superan a cualquier otra nación de las que conozco, tanto en destreza como en esplendor. Nada me divirtió tanto como el número de los funámbulos, ejecutado sobre una fina hebra blanca de unos sesenta centímetros y a treinta del suelo. Sobre esto pedire permiso, y la paciencia del lector, para explayarme un poco.

Este pasatiempo lo practican solamente aquellos que procuran alcanzar altos cargos y favores en la Corte. Se los instruye en este arte desde que son jovenes y no se trata siempre de hidalgos e intelectuales. Cuando un puesto importante queda vacante, sea por fallecimiento o por mudanza (que sucede a menudo), cinco o seis de estos candidatos solicitan del Emperador permiso para divertir a Su Majestad y a la Corte con unos equilibrios sobre la cuerda, y quienquiera que salte mas alto sin caerse consigue el cargo. Muy a menudo incluso los principales ministros reciben la orden de mostrar su habilidad y convencer asi al Emperador de que no han perdido facultades. A Flimnap, Ministro de Hacienda, se le permite hacer una pirueta sobre la cuerda tensa al menos un centimetro y medio mas alta que a cualquier otro noble del imperio entero. Yo le he visto dar varios saltos mortales seguidos sobre un tajadero asegurado en la cuerda, que no es mas ancha que el bramante corriente usado en Inglaterra. Mi amigo Reldresal, Primer Secretario de Asuntos Secretos, es en mi opinión, si soy imparcial, el segundo despues del Ministro de Hacienda. El resto de los altos funcionarios se llevan muy poco.


Estos entretenimientos van a menudo acompanados de fatales accidentes, de gran numero de los cuales hay constancia. Yo mismo he visto a dos o tres candidatos romperse un hueso; pero el peligro es mucho mayor cuando los ministros mismos reciben ordenes de mostrar su destreza, pues, al luchar por superarse a si mismos y a sus colegas, van tan lejos en sus esfuerzos, que no hay apenas uno de ellos que no haya sufrido una caida, y algunos dos o tres. Se me aseguro que uno o dos años antes de mi llegada, Flimnap se habria desnucado indefectiblemente si una de las almohadilla del Rey, que por casualidad se encontraba tirada en el suelo, no hubiera amortiguado la fuerza de la caida.


J. Swift, Los viajes de Gulliver (Traducción de Pollux Hernúñez. Ed. Cátedra)

χαίρετε!!



No hay comentarios: